jueves, 15 de mayo de 2008

ALREDEDORES DE ÓPERA (IMPRESIÓN DE AMANECER/ATARDECER)

La planta de los pies es al sueño lo que el estómago al hambre. Alrededores de Ópera, cuando en cada articulación el cuerpo parece que esta concibiendo una piedra, es aquí donde siempre sorprenden los crepúsculos de vuelta a casa (en la mañana o en la noche), con sus colores granulados, arenosos, pobres, como los del amanecer en esperando un tren. Agradable cansancio en el que la realidad se resbala. Cada segundo parece que has dejado atrás una boda.

PARQUE TIERNO GALVÁN

Las cúpulas del Parque Tierno Galván invitan a pensar en recorridos paralelos de la evolución humana, en los que hubiéramos podido convivir con especies de animales ya extintos, como Moas o Smilodones o quizá en hermosos cometas gigantes que pasan cada algunos milenios llenando el crepúsculo de mensaje común. Las parejas vienen al parque como el sediento a la fuente, porque un parque es un nudo en la red publica del erotismo. Trucos que desplegar en el sur de la ciudad donde no enfocan las cámaras de vigilancia: un abrigo más largo que la falda y quitarse una sola media.


PLAZA DE ESPAÑA

Punto de intersección de algunas de las principales placas tectónicas de Madrid, la Plaza de España todavía conserva ángulos de abordaje inesperados. Alrededor de ella se genera su propio microclima emocional: edificios altos para pensar en el suicidio, principio y fin de los asaltos a la ciudad, vigilias de verano en la hora amoratada previa al alba, tumbados en el césped riéndonos de cualquier cosa que ha caído en nuestras manos Gran Vía abajo, la estatua del Quijote escalada por un vigía que quiere comprobar si vienen o no vienen los proletarios tribalizados.
Royendo madera el tráfico es propio de una aurícula cardiaca, y parece que todas las intenciones hacen escala en este aeropuerto. Sus alrededores son el hábitat de algunas leyendas (un bar en el que te regalan un viaje a Formentera para dos personas si consigues comer un kilo de cocido en un muy corto periodo de tiempo, portales cuyos números están puestos con posits y son la pesadilla de los carteros, el restaurante chino donde puedes reírte de los farsantes que hablan de Bretch).
Efecto confluencia, efecto explosión, remolino autosuficiente, como un enorme estanque vertido por las calles Gran Vía y Princesa, Crecida monzónica absolutamente irremontable; solo la cuesta de San Vicente desagua la energía de la encrucijada por un camino marcado, un camino en un claro sentido: autobuses verdes, colchón, llaves, cantar con la muerte a pulmón abierto de vuelta a casa con las calles apenas desentumecidas y los colores perezosos; el resto de la Plaza empapa, irradia, cala por el metro y se basta a si misma..


Leyendas urbanas confirmadas: el número 28 de la calle Leganitos índicado con un pos-it.



EL PUERTO DE MADRID (INTUICIÓN DE MAR)

“No hay ciudad sin mar, pues aun en las del interior no deja éste de estar presente en ciertas ubicaciones donde la sensación de contigüidad con el fin del mundo nos hace presentir el influjo del mar”
Eduardo Abadía Sicilia

El mar, en Madrid, se siente cerca de Atocha, donde el cielo desemboca por fin en el horizonte, y parece que, logrando salvar algunos obstáculos, pronto aparecerá el puerto (que podría llamarse La Solana, puerto que sin duda habría ido generando una tradición de criminales y hampones casi instantáneamente politizables en cualquier noche de desbordamiento social y disturbios.